viernes

Consciente de estar soñando, pero soñando estar despierto

Un interesante texto sobre los sueños conscientes y que nos pueden ayudar a vivir otra realidad lo que significaría más tiempo de vida.

Con el alma... Luz, In láak'ech!!! ૐ

♥♥



Una persona invierte en dormir alrededor de 30 años de su vida. Invierte, sí. Porque dormir es vital para recuperarse de la fatiga del día y mantener a pleno rendimiento las funciones vitales. Sin embargo, imagina que conservando esa faceta del descanso intacta, pudieras llegar a controlar tus sueños de tal manera que esos 30 años se sumaran a tu experiencia vivida con la misma credibilidad y lucidez que cualquier otro episodio o vivencia…

Algunos estudiosos del apasionante y siempre misterioso mundo onírico exaltan los encantos del sueño lúcido, aquel en el que el soñador es plenamente consciente de que está soñando. Es el caso de la filósofa y psicóloga británica Celia Green, para quien éstos difieren de los sueños normales en que son notablemente realistas y tienen una calidad emocional mayor. Certifica además que podemos llegar a inducir y controlar nuestros sueños con tácticas muy simples.

Tácticas para controlar tus sueños

Para aprender a tener sueños lúcidos es importante mejorar el recuerdo de nuestros sueños. Anotar en un diario las impresiones que tenemos en cuanto despertamos puede ser de gran ayuda. Por otra parte, el denominado “test de realidad” nos ayuda a discernir entre sueño y vigilia. Sin ir más lejos, el amuleto que los protagonistas de la magistral Origen utilizan para distinguir realidad de sueño o la comprobación por parte del personaje de Waking Life de que los interruptores de luz funcionan son sólo algunas pruebas de realidad. Hay que repetirlas inmediatamente después de despertarse y varias veces al día, ya que ayudará a alcanzar la lucidez. A las pruebas de realidad, le siguen innumerables tácticas para autoinducirnos el sueño lúcido. Sirva de ejemplo la “incubación de sueños” que consiste en visualizar y pensar un tema sobre el que soñar y en la intención de alcanzar la lucidez conforme nos quedamos dormidos.

Imagina que tras una dura jornada de trabajo, aderezada con el típico enzarce burocrático o administrativo, llegas a casa deseando pillar la cama. Bien, tus ojos empiezan a parpadear, la tenue luz de la habitación se vuelve cada vez más diminuta y en cuestión de minutos tus ojos entreabiertos acaban por cerrarse. Imagina entonces que la práctica concienzuda de esos ejercicios te han proporcionado la capacidad para crear y concebir los sueños que te den la gana, controlarlos, dirigirlos a tu voluntad, como viajar a lugares idílicos. Puedes haber estado ya allí o puedes crear tu escondite perfecto al más mínimo detalle. Puedes sentir el bullicio de la transitada Park Avenue, deleitar tus oídos con una banda de rock en el mítico pub londinense, acariciar las olas al tiempo que contemplas el amanecer con el chico o la chica de tus sueños, o volar con el descargue de adrenalina que un salto real en paracaídas proporciona. Es tu creación, es tu mundo, es tu sueño…y es tu realidad.

Los onironautas califican sus sueños como excitantes, vibrantes y con un plus extra de color. Algunos soñadores experimentados dicen haber alcanzado una especie de hiperrealidad, donde sus sueños alcanzan la categoría de experiencia espiritual.

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