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La vida es sueño

Si somos conscientes de la cantidad de tiempo en vida que pasamos en un estado de sueño, o durmiendo, podremos entender que es una etapa en nuestra jornada en la que algo más debemos aprender, al igual que durante nuestro estado de vigilia... es durante este tiempo que estamos en contacto con nuestro ser interior y nuestro mundo espiritual más profundamente, así que deberíamos ponerle más atención y aprender un poco más sobre como ser conscientes también durante estos momentos que son mucho más importantes ya que nos conectan a dimensiones superiores de las que estamos acostumbrados.

Este texto nos ilustra un poco esa ideología y algunas de sus características.

El instructor tibetano Tarthang Tulku ha dicho: “Los sueños son una reserva de conocimiento y experiencia, y aun así a menudo se los pasa por alto como vehículo para explorar la realidad.”

Durante más de mil años los budistas tibetanos han usa­do el sueño lúcido como medio de experimentar la naturaleza ilusoria de la realidad personal y como parte de un conjunto de prácticas que, según dicen, llevan a la iluminación y el descubrimiento de la naturaleza última del ser.

También los sufíes utilizan los sueños lúcidos, o algo parecido, para propósitos espirituales. El famoso sufí español del siglo XII Muhyiddin Ibn ‘Arabi parece ser que recomendaba que “una persona debe controlar sus pensamientos en el sueño. Este entrenamiento del estado de alerta [...] producirá al individuo grandes beneficios. Todos deberíamos aplicarnos al logro de esta habilidad de tan gran valor”.

Tarthang Tulku explica los beneficios de los sueños lúcidos del siguiente modo: “Las experiencias que obtenemos a partir de las prácticas que realizamos durante nuestro sueño pueden ser traídas a la experiencia de nuestra vigilia. Por ejemplo, las imágenes aterradoras que vemos en nuestros sueños podemos aprender a cambiarlas por formas pacíficas usando el mismo proceso podemos transmutar en consciencia incrementada las emociones negativas que sentimos durante el día. De este modo podemos usar nuestras experiencias oníricas para desarrollar una vida más flexible”.

“Con práctica continuada”, continúa Tulku, “vemos cada vez menos diferencia entre la vigilia y el estado de sueño. Nuestras experiencias en vigilia se vuelven más vívidas y va­riadas, el resultado de una consciencia más ligera y refinada [...] Esta clase de consciencia, basada en la práctica con los sueños, puede ayudar a crear un equilibrio interior. La consciencia nutre a la mente en una forma que alimenta a todo el organismo viviente. La consciencia ilumina facetas de la mente antes no vistas, e ilumina el camino para que exploremos nuevas dimensiones de la realidad”.

De acuerdo con La Doctrina del Estado de Sueño, un antiguo manual tibetano de yoga del sueño lúcido, la práctica de determinadas técnicas de control de los sueños lleva a la capacidad de soñar con cualquier cosa imaginable. Tulku hace una afirmación similar: “Los yoguis avanzados son capaces de hacer cualquier cosa en sus sueños. Pueden convertirse en dragones o en pájaros míticos, hacerse más gran­des o más pequeños o desaparecer, volver a la infancia y vivir experiencias de nuevo, o incluso volar por el espacio”.

Las posibilidades para el cumplimiento de deseos de este grado de control de los sueños pueden parecer irresistibles, pero los yoguis tibetanos del sueño colocan sus miras muy por encima de la persecución de cualquier placer trivial. Para ellos el sueño lúcido representa “un vehículo para explorar la realidad”, una oportunidad para experimentar con y darse cuenta de la naturaleza subjetiva del estado de sueño y, por extensión, de las experiencias de vigilia también. Ellos consideran que tal comprensión lleva consigo el más profundo de los significados posibles.

Percatarse de que nuestra experiencia de la realidad es subjetiva, más que directa y real, puede tener implicaciones prácticas. De acuerdo con Tulku, cuando pensamos en todas nuestras experiencias como subjetivas y, por tanto, como un sueño, “los conceptos y las auto­identidades que nos han encajonado comienzan a caer. Al volverse menos rígida nuestra auto­identidad, nuestros problemas se vuelven más ligeros. Al mismo tiempo se desarrolla un consciencia en un nivel mucho más profundo”. Como resultado, “incluso las cosas más difíciles se vuelven agradables y fáciles. Cuando uno se da cuenta de que todo es como un sueño, alcanza la consciencia pura. Y la vía para lograr esta consciencia es comprender que toda experiencia es como un sueño”.

Un comentario sobre La Doctrina del Estado de Sueño explica que se necesita una larga práctica y mucha experiencia para comprender el yoga del sueño; tanto la teoría como la práctica son necesarias para completar el viaje. Aquellos que siguen con éxito el sendero del yoga del sueño hasta el final aprenden que:

* 1. Los sueños pueden cambiarse a voluntad.

“…la materia, o la forma en sus aspectos tridimensionales, grande o pequeña, y sus aspectos numéricos, de pluralidad y unidad, está sujeta por completo a la voluntad de uno cuando los poderes mentales se han desarrollado de forma eficiente mediante el yoga”. Como resultado de la experimentación eficiente, el yogui del sueño aprende que cualquier sueño puede ser transformado con solo desearlo. La mayoría de los soñadores lúcidos ya sabrán esto por experiencia.

* 2. Los sueños son inestables

“Un paso más allá y aprende que esa forma, en el estado de sueño, y todos los múltiples contenidos de los sueños, son meramente juguetes de la mente y, por tanto, son inestables como espejismos”. Los soñadores lúcidos experimentados habrán observado esto también por sí mismos. Los sueños lúcidos son tan realistas, pero no tan estables, como las percepciones en vigilia.

* 3. La percepción en vigilia es tan irreal como lo son los sueños.

“Un paso más allá le lleva a la comprensión de que la naturaleza esencial de la forma y de todas las cosas percibidas por los sentidos en el estado de vigilia son igualmente irreales como sus reflejos en el estado de sueño, siendo ambos estados samsáricos, es decir, ilusorios. En esta fase la comprensión del yogui es una cuestión de teoría más que de experiencia. El estado de sueño y el estado de vigilia usan, ambos, los mismos procesos perceptivos para llegar a las representaciones mentales o modelos del mundo. Estos modelos, tanto si son del mundo onírico como del mundo físico, son solo modelos. Como ta­ les, son ilusiones, no la cosa que representan, igual que el mapa no es el territorio y el menú no es la comida.

* 4. La gran revelación: todo es sueño.

“El paso final lleva a la Gran Revelación, que nada dentro del samsara [mundo fenoménico del espacio y del tiempo] es o puede ser otra cosa que irreal como los sueños”. Si comparamos la mente con un televisor, la Gran Revelación es la comprensión de que nada de lo que aparece en la pantalla puede ser otra cosa que una imagen o una ilusión. El tener simplemente la idea, por ejemplo, “de que la mente no puede contener otra cosa que pensamientos”, no es la Gran Revelación, la cual es una cuestión de experiencia, no de teoría.

Bajo esta luz, “la Creación Universal [...] y cada cosa fenoménica que contiene” se ven como “el contenido del Sueño Supremo”. El yogui del sueño experimenta directamente esta nueva perspectiva de la realidad.

Fuente: Cap. 12, Exploring the World of Lucid Dreaming, Stephen LaBerge, Ph.D. Howard Rheingold


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