sábado

Sobre la experiencia de la meditación

Les dejo este pequeño extracto del Libro del monje tibetano Yongey Mingyur Rinpoche que nos habla sobre las diferentes experiencias en la meditación y la forma en que muchas personas al esforzarse en tener experiencias fuera de lo normal, terminan con experiencias meditativas poco placenteras y algunas obtienen resultados más negativos que los que realmente debería aportar una relajada meditación.

Muchas personas piensan que al meditar se logra un estado excepcionalmente vívido, completamente distinto de cualquier cosa que hayan experimentado antes. Se exprimen mentalmente, pensando, tengo que lograr un mayor nivel de consciencia... Debería estar viendo algo maravilloso, como luces de colores... Debería resplandecer en la oscuridad.

Eso se llama esforzarse demasiado, y, créame, yo lo he hecho, como también lo han hecho muchas personas que he conocido a lo largo de los años.

No hace mucho tiempo, conocía a alguien que estaba creándose problemas al esforzarse demasiado. Me hallaba sentado en el aeropuerto de Delhi mientras esperaba abordar el avión que me llevaría a Europa, cuando se acercó un hombre y me preguntó si yo era monje budista. Le contesté que sí y entonces me preguntó que si sabía meditar. Le contesté afirmativamente, me preguntó cómo me había ido con la meditación.

"Muy bien", le respondí.
"No le parece difícil?"
"No, realmente no", le dije
Negó con la cabeza y suspiró. "La meditación me cuesta tanto trabajo", explicó. "Después de quince o veinte minutos, comienzo a marearme, y si trato de continuar, a veces hasta vomito".
Le dije que por lo que me contaba, parecía que estuviera tensionado, y que tal vez debería relajarse más cuando practicara.
"No", contestó. "Cuando trato de relajarme, me mareo todavía más".

Su problema se me hizo extraño, y como parecía estar genuinamente interesado en encontrar una solución, le pedí que se sentara a mi lado, mientras yo lo observaba. Una vez se hubo acomodado en el asiento, sus brazos, piernas y pecho se pusieron dramáticamente rígidos. Tenía los ojos desorbitados y una mueca terrible se había extendido por su rostro. Sus cejas se habían disparado hacia arriba e incluso las orejas parecían querer desprenderse de la cabeza. Tenía el cuerpo tan tenso que comenzó a temblar.

Pensé que podía marearme de sólo mirarlo, así que le dije que parara.

Relajó los músculos, la mueca desapareció de su cara y los ojos, orejas y cejas volvieron a su estado natural. Me miró ansiosamente en busca de un consejo.
"Muy bien", le dije. "Ahora voy a meditar, y usted me va a observar, como yo lo hice con usted".
Simplemente me senté como suelo hacerlo, con la columna recta, los músculos relajados, las manos descansando relajadamente en el rezago, mirando al frente sin ninguna tensión mientras dejaba descansar la mente, la atención puesta en el momento presente. Noté que el hombre me miraba de la cabeza a los pies, de los pies a la cabeza, y de nuevo a la cabeza a los pies. Entonces sencillamente salí de la meditación y le dije que así era como yo meditaba".

Al cabo de un momento, asintió con la cabeza y dijo: "Creo que entiendo".
Justo en ese momento anunciaron que debíamos iniciar el abordaje. Comoquiera que estábamos ubicados en diferentes secciones del avión, abordamos separadamente y no lo volví a verlo durante el vuelo.
Lo divisé entre los pasajeros cuando desembarcámos. Me saludó con la mano y al acercarse, me dijo: "Sabe, traté de practicar como usted me enseñó y durante todo el vuelo pude meditar sin marearme. Creo que al fin entiendo el significado de relajarse cuando se medita. !Le estoy muy agradecido!".

Desde luego es posible tener experiencias vívidas cuando nos esforzamos demasiado, pero los resultados más comunes pueden agruparse en tres tipos de experiencias. La primera es que el esfuerzo por volvernos conscientes de los pensamientos, sentimientos y sensaciones que se precipitan por nuestra mente es simplemente agotador, y, en consecuencia, es posible que le mente se canse o se embote; la segunda es que el esfuerzo por observar cada pensamiento, emoción y sensación puede generárnos inquietud o agitación; y la tercera es que es posible que la mente se nos ponga completamente en blanco. Cada pensamiento, emoción, sentimiento o percepción, puede discurrir tan rápido que simplemente pase desapercibido. En cualquiera de estos casos podríamos concluir, con razón, que la meditación no es la gran experiencia que habíamos imaginado.

En realidad la esencia de la práctica de la meditación está en olvidarnos de cualquier expectativa sobre ella. Todas las cualidades de nuestra mente natural --paz, apertura, relajación y claridad-- se hallan presentes en nuestra mente tal como es. No tenemos que hacer nada diferente. No tenemos que cambiar nuestra consciencia. Todo lo que hay que hacer, mientras observamos nuestra mente, es reconocer las cualidades que esta ya tiene.

Extracto del libro: La alegría de la vida. Descubra el secreto y la ciencia de la felicidad, de Yongey Mingyur Rinpoche.

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